El historiador e intelectual mexicano Enrique Krauze ingresa como académico de honor de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

MADRID, 17 (SERVIMEDIA)

El historiador e intelectual mexicano Enrique Krauze, «destacado por su defensa de la democracia y valores liberales, así como por su denuncia del populismo y autoritarismo», ingresó este lunes como como académico de honor de la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales (RACMYP).

En España ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio (2003), la Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica (2008), e igualmente fue Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald, en 2012 y Premio de Historia Órdenes Españoles, que le fue otorgado en 2021 por las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, y es autor de más de 20 libros. Al discurso de ingreso Krauze le contestó el académico de número de la RACMYP, Emilio Lamo de Espinosa.

Al acto asistieron, entre otras autoridades, Andrés Allamand, secretario general Iberoamericano, así como autoridades académicas, como Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y académico de la RACCMYP;, Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, y una amplia representación de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, entre ellos los expresidentes Miguel Herrero de Miñón y Marcelino Oreja.

El presidente de la RACMYP, Benigno Pendás, destacó que el nuevo académico es un intelectual «de primer rango internacional» y un defensor de la democracia constitucional y de la libertad política, «de ahí su nombramiento por unanimidad como académico de honor, máximo reconocimiento de nuestra corporación».

Además, señaló que Krauze mantiene una posición constructiva sobre las relaciones entre México y España y tiene una notable presencia en el ámbito cultural de nuestro país a través de la revista ‘Letras Libres’. «En estos tiempos convulsos de polarización y populismo, es importante escuchar la voz de personajes como Krauze, que se distingue por su rigor y moderación», incidió al respecto.

DISCURSO DE INGRESO

El discurso de ingreso de Enrique Krauze en la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales versó sobre ‘El realismo trágico de Max Weber’. En él recrea las circunstancias históricas y biográficas de la célebre conferencia ‘La política como vocación’, que impartió Weber en enero de 1919 en Múnich.

Siguiendo a Weber, Krauze ha intentado transmitir la importancia permanente de que en la política prive el sentido de responsabilidad sobre los arrebatos de la convicción: «Quienes se dejan llevar por la ética de la convicción, enamorados de la belleza moral de sus principios , a menudo sólo se preocupan por actuar con fidelidad a sus principios abstractos independientemente de las consecuencias concretas de la aplicación de los mismos».

Weber, en cambio, sostenía que la vocación política debe normarse por el sentido de la responsabilidad y ser cuidadosa de las consecuencias de cada acto. No hay duda de que el buen político debe sentir pasión, «pero una pasión –decía Weber- atemperada por la prudencia, la mesura, una pasión que se cuide de no incurrir en la vanidad».

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De hecho, el nuevo académico sostiene que la vanidad continúa siendo hoy día uno de los «pecados capitales» de los políticos, aunque no el peor de ellos: «la soberbia, el narcisismo, la megalomanía, la paranoia, la embriaguez del poder que sólo se ve a sí mismo, son defectos aún mayores.

SITUACIÓN POLÍTICA

Pese a que en su discurso sobre Weber y los jóvenes revolucionarios alemanes de 1919, Enrique Krauze no hizo alusión directa a la situación política que vive España en estos momentos, con posterioridad al acto expresó su preocupación. «Parece que se olvida –dijo- todo lo derivado de los Pactos de la Moncloa. La convergencia de los partidos históricamente adversarios y enemigos que dejaron a un lado sus diferencias ideológicas o doctrinarias pero conservaron su esencia democrática, el respeto a la libertad y a la vida humana, fue algo extraordinario. Nos permitió a los países Iberoamericanos, plagados de caudillismo, revoluciones y dictaduras de toda índole, concebir la esperanza y vislumbrar la posibilidad la democracia».

Por ello, cuando ahora ve cómo los mismos partidos políticos españoles estén enfrentados de manera en apariencia irreductible, «negando incluso la transcendencia de eso que conquistó España tan difícil en los años 70, es algo que me entristece. La lección del siglo XX es clara: ahí donde los partidos mayoritarios del centro dan prioridad a sus odios sobre su amor y respeto a la libertad y democracia, el centro se hunde, se privilegia a los extremos, se da pie a la discordia, una discordia tan honda que a veces desemboca en la violencia. Ojalá los principales partidos en España, y en particular el Gobierno actual, recapaciten».

Sin embargo, considera altamente improbable que exista riesgo de que España pueda convertirse ‘stricto sensu’ en un régimen populista, «como lo fue el de Hugo Chávez», porque existe un intenso debate, una prensa libre, un Congreso, una oposición, un Poder Judicial, una ciudadanía. El nuevo académico sí observa que en España «hay aspectos del populismo que están presentes, como un líder que por momentos parece un caudillo, la tentativa de un monopolio de la verdad, la polarización política, la demonización de quien no piensa igual, el aliento a teorías conspiratorias. Todo ello mina las bases de la democracia y del orden legal. Y esto es jugar con fuego». Pese a ello, confía en que «prevalezca la democracia, con todas sus imperfecciones, y no triunfe ese antiquísimo enemigo de la democracia que es la demagogia. Los atenienses lo sabían: la democracia es mortal, hay que defenderla continuamente».