¿Cuál ha sido la última gran revolución siderúrgica?

Actualmente se habla mucho de la revolución en la industria metalúrgica gracias a la digitalización y automatización de muchos procesos, pero en realidad es el momento de parar y revisar su historia para comprender cuál ha sido, en realidad, su última revolución.

Para empezar, hay que considerar la metalurgia como la primera revolución casi industrial para el ser humano ya que gracias a las herramientas que comenzó a crear con minerales y materiales como el cobre u oro, su labor cazadora, recolectora e incluso defensiva mejoró considerablemente. Junto con el cultivo, fue causante de convertir a la sociedad en pueblos que dejaron de ser nómadas.

Uno de los objetivos del hombre ha sido, siempre, conseguir las formas que necesitaban para mejorar su vida y sus útiles. Una vez se consiguió controlar los materiales, mediante aleaciones y dotándolos de la dureza, elasticidad o incluso rigidez, ha sido clave ser capaz de diseñar formas y cortarlas de forma efectiva.

Hoy en día un milímetro cuenta. Mientras que antes, cuando se hacían a mano, se iba adaptando el conjunto, hoy en día, con las cadenas de montaje, un milímetro puede hacer que algo encaje o no. Por eso se dice que las máquinas láser han sido en realidad la revolución más reciente de la industria siderúrgica.

“Las máquinas láser por corte son un equipo industrial muy polivalente y versátil y que no solo permite cortar sino soldar o marcar metales. También se utilizan para realizar trabajos mucho más complejos y concretos como puede ser el tratamiento de superficies. A día de hoy, la tecnología láser está en toda su madurez, cada vez crece mucho más rápido y hay nuevas tecnologías como es el láser de fibra que ha propiciado la aparición de muchos nuevos fabricantes.” explican desde Láser Market online.

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De hecho, en muchos sectores han visto su utilidad, creciendo así la demanda de cualquier máquina láser co2 de segunda mano en el mercado para tratar de abaratar un poco los costes garantizando un buen funcionamiento.

Porque la realidad es la que dice que, gracias a este tipo de revolución en los acabados, se ha abaratado el coste de las fábricas y, sobre todo, se amortiza mejor el material, desechando lo menos posible en cada cadena de montaje.