¿Jornadas hasta las 6 de la tarde?

Cuando Mariano Rajoy dijo que iba a promover, si conseguía formar gobierno, que la jornada laboral acabara a las  6 de la tarde, beneficiando además a las compañías que instauraran maneras de fomentar el teletrabajo entre sus empleados y que sería un paso hacia nuevas políticas de conciliación familiar, muchos pusieron el grito en el cielo.

Sin embargo, no es un modelo muy distinto del que tienen muchos otros países con una economía bastante más saneada que la de nuestro país.

Ahora bien, ¿cómo podría hacerse eso en España? Hay que entender también la forma que tenemos en nuestro país de vivir.

Es el eterno debate entre presencia y productividad. No por estar en la oficina más horas, los resultados de la compañía son más productivos. Luego hay algo que falla.

En muchos casos, el problema de los horarios parte desde el mismo momento en el que la jornada partida pasa a ser un grave problema para muchos ya que, no necesitan tanto espacio en la hora de la comida y sí retrasa, por ejemplo, la salida para poder hacer una vida familiar más sana y presente.

¿Dónde está el verdadero problema de los horarios actuales?

Parece obvio hacerse esta pregunta, sin embargo, la respuesta no es tan simple como parece. Somos de los pocos países europeos que, por el huso horario en el que estamos, no aprovechamos como deberíamos la luz solar, alargando jornadas hasta altas horas que retrasan el momento de la cena y que nos impiden, además, dormir las horas que necesitaríamos.

A eso sumamos horarios tardíos de desayuno y un parón de hasta dos horas, innecesarias por otra parte, a la hora de comer.

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Esto tenía sentido cuando existía la cultura de dos trabajos, uno por la mañana y otro por la tarde, sin embargo, hoy en día, es un sistema obsoleto que, además, daña los biorritmos naturales llegando incluso a enfermar, estresar y vivir siempre cansado.

También hace inviable la práctica de alguna actividad después del trabajo, a o no ser que se quiten horas de sueño retrasando, aún más el descanso.

¿Cómo se instauraría?

A través de una ley que, en teoría, premiaría a las compañías que lo implantaran. Obviamente, se está luchando contra un sistema instaurado y arragigado en la sociedad y cultura.

No será fácil pero, según los expertos, si se consigue llegar hasta ello, la calidad de vida y la productividad empresarial de nuestro país, mejorarán notablemente.